viernes, 12 de abril de 2013

PERFUMEMOS LA COMIDA



PERFUMEMOS LA COMIDA

El aroma juega un rol de anticipo en la ruta del comer, explora la comida antes que la comamos, participa en el placer de comer. Así surge la nueva oleada gourmand que tiende a fabricar perfumes usando notas que evocan alimentos dulces, en una mezcla de olores y sensaciones. El olor se impregna en la piel, se absorbe por los tejidos sin pasar por la boca. Transitamos otros sentidos, la nariz, el olfato, el tacto. Salteamos el gusto. Nos aromatizarnos. Vivimos la ilusión de que comemos  lo olfateado. ¡Qué frustración la del desplazar el deseo! Un baño de inmersión con gotas de vino: pero en realidad lo que queremos es consumirlo! Cremas texturizadas de vainilla, aunque preferimos un beso dulce con sabor humano. No deseábamos el jabón con aroma de chocolate sino una barra de chocolate. En el lenguaje de los sentidos prima la metáfora. ¿Obtenemos lo  que realmente necesitamos?
Escasas palabras expresan los olores, las sensaciones se volatilizan y los describimos por asociaciones. Hay olores frágiles y olores muy persistentes que te embriagan y no te dejan sentir otro olor. Olor acido, aromático, confortante, dulce, suave, podrido, fresco, limpio, frutal, rico, estimulante, fuerte, exótico….
Hay olores que los conocemos desde siempre, olores que evocan el pasado y olores nuevos que nos sorprenden. Aprendemos a identificar olores si están asociados a algo conocido familiar y cotidiano, en este caso la comida. Nos seduce el olor de una torta recién horneada o de chocolate caliente y quisiéramos retenerlo en nuestro olfato. Así nació la nueva fragancia aromática; perfume de tiramisú y chocolate, colonia de hamburguesas, talco de jamón y queso. Y sí, ¿por qué no oler como nuestra comida favorita?

Sentir un olor puede incentivar la sensación de hambre. Sentimos y queremos. También puede suceder que un olor te traiga un mal recuerdo, desestimando la idea apetitiva. Olores nauseabundos y vomitivos.  Si lo husmeamos mucho no lo comemos. Entonces hay olores que engordan y otros que adelgazan.¿ Estamos realmente obsesionados con la comida hasta el punto de tratar de ingerir el perfume? Pareciera que la comida es insuficiente. Que necesitamos MÁS para saciarnos. Necesitamos todo, necesitamos no solo comer sino oler tocar, ver, escuchar sobre comida. Pareciera exigirse la capacidad multifuncional, multiabarcativa, pluriemocional de los sentidos. ¿De este modo, nos quedaremos satisfechos?

Dra. Valeria Matzkin